Salas Alcántara, M.; Piqueras Serrano, C.; Aguelo Asensio, P.;Marcilla Córdoba F.; Aguilar Cortés, E.; Ruiz Mariscal, M.
Servicio de Medicina Interna. Hospital Comarcal de Alcañiz (Teruel).
INTRODUCCIÓN: la incidencia de fracturas patológicas de fémur asociadas a metástasis está aumentando debido a la mayor eficacia de los tratamientos y supervivencia de los pacientes con neoplasias. Aunque cualquier tumor maligno puede metastatizar en hueso, los tumores primarios que con más frecuencia lo hacen (hasta en un 80% de los casos) son los carcinomas de mama, pulmón, próstata, riñón y tiroides. En la mayoría de los casos asientan sobre huesos largos, 70% en fémur, y de éstos un 80% en la región proximal. Presentamos nuestra casuística de los 5 últimos años, como internistas consultores integrados con el Servicio de Traumatología del Hospital de Alcañiz.
MATERIAL Y METODO: de nuestra base de datos, en la que se recogen todas las fracturas de cadera (796) que atendimos en el periodo comprendido entre enero de 2008 a diciembre de 2012, se han extraído y revisado aquellas fracturas caracterizadas como patológicas. Se ha utilizado como fuente de datos la historia clínica, recogiendo las variables de edad, sexo, tipo de tumor primario, diagnóstico previo de metástasis óseas, localización de la fractura, tipo de cirugía y anestesia y el tiempo de supervivencia tras la cirugía. Se realiza un análisis descriptivo de los datos obtenidos.
RESULTADOS: de 796 fracturas de cadera 5 eran patológicas. Las características de los 5 pacientes son las siguientes: el 60% son mujeres y la edad media es de 68 años. En 3 de los pacientes el tumor primario se trata de un carcinoma de pulmón (2 microcíticos y 1 adenocarcinoma) se detecta un carcinoma de células escamosas (ginecológico o vejiga) y en un paciente no se localizó el primario. En 4 pacientes no existía un diagnóstico previo de metástasis óseas al ingreso. El tercio proximal de fémur fue la localización más frecuente (4 pacientes) y en solo un caso se desestimó la cirugía, el resto recibieron tratamiento quirúrgico mediante enclavado y anestesia intradural. 2 de los pacientes fallecieron durante el ingreso de la fractura y en un caso la supervivencia fue de 14 meses tras la cirugía.
DISCUSION: en nuestro estudio hemos encontrado, al igual que en otras series, que el tumor primario más frecuente era pulmonar (en dos casos carcinoma microcítico y en uno adenocarcinoma). La edad media no es muy elevada, 68 años, aunque coincide con la de series previas como la de Berjon Ruffes et al. La presencia de una fractura patológica como primera manifestación de una enfermedad neoplásica diseminada no es infrecuente en los servicios de Traumatología y no deben considerarse estos casos como paliativos o en fase terminal. Se intervinieron cuatro de los cinco pacientes, creemos que, la decisión de intervención quirúrgica debe ser siempre consensuada con el paciente, valorando previamente su situación basal. Los pacientes con una esperanza de vida inferior a 8 semanas, y aquellos que previamente no caminaban, no se beneficiarían de una estabilización quirúrgica de la fractura, y si de un tratamiento analgésico efectivo con opioides mayores hasta el control de los síntomas. En los pacientes que reciben tratamiento quirúrgico, y en ausencia de tumor primario, en nuestro centro solicitamos la realización de una biopsia ósea durante la intervención asumiendo el riesgo de diseminación tumoral siendo necesario posteriormente administrar radioterapia postoperatoria.
CONCLUSIONES:
- El carcinoma pulmonar es el tumor primario más frecuente en nuestra serie de casos.
- Las fracturas patológicas por metástasis, no son siempre contraindicación de cirugía.
- Sería necesario consensuar entre el paciente, el Traumatólogo, el Anestesista y nosotros los Médicos Internistas la decisión de intervención quirúrgica, valorando la calidad de vida del paciente y los riesgos y beneficios de la cirugía.